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Hagase en mí según tu palabra.

De vez en cuando recibo información de Gabriel Ariza, de Infovaticana.com; y en esta ocasión, día 9 de Abril de 2018, nos sorprende con un interesante comentario que al hilo de su lectura nos dará pié a actualizar algunos pensamientos y conocimientos, sigue así y comento en rosa: 



"Buenos días.
¿Pero no era el 25 de marzo? 
Así es, pero como este año celebramos el domingo de Ramos el 25 de marzo, la Iglesia ha trasladado al 9 de abril la fiesta de la Encarnación, la Solemnidad en la que recordamos la Anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María. Recordemos que el calendario religioso es móvil, haciendo coincidir hechos de la Historia Sagrada como la Anunciación, el nacimiento y muerte de Jesucristo, por ejemplo con las lunas y las estaciones.
El Evangelio de hoy es el relato que hace San Lucas del episodio. Siempre me ha impresionado la sencillez y confianza en Dios de la Virgen en este relato. Está en casa, haciendo alguna tarea o rezando, o lo que fuera, y entra un ángel en su presencia. Nos dice el Evangelio que "se turbó", pero escuchó lo que tenía que decirle aquel visitante: ante la confusión hay que tener fe, esperanza en la resolución óptima de lo que se nos plantea en la vida.
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin»
El temor es paralizante, asíq ue hay que deshacerse de él en la medida de lo posible. Somos energía y Dios es a energía suprema, la más pura, la que tiene más alta frecuencia vibratoria, que se identifica con la cualidad de AMOR, en su estado más puro. Estando conectados con la FUENTE DE LA VIDA no hay que temer porque estaremos fortalecidos. 

Jesús es el ejemplo a seguir, es nuestro hermano,hijo del hombre pero también hijo de Dios, ENERGÍA, como sabemos la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma; así veremos pasar por la eternidad de los tiempos muchas personas pero no tantos SERES como personas, puesto que el alma no muere, se transforma y tomamos cuerpo una y otra vez, en esta forma que conocemos, o en otras, se vive por siempre. El alma adoptará en su caminar distintas personalidades, según su estadio evolutivo y de progresión hacia el SER del que vino, del que nació. Todos somos trocitos de una ENERGÍA ÚNICA, es decir: DIOS. La muerte en realidad no existe, lo que existe son cambios de dimensión, distintos peldaños que hay que subir en la escalera de perfección que nos separa y nos une con el CREADOR.

La Biblia es mucho más que un libro que encierra una filosofía de vida de la que beben los cristianos, sino que estamos ante una verdadera mina de explicaciones a preguntas que, dependiendo de su estado evolutivo, el hombre se va haciendo. Con lo que no estamos excluyendo a otros seres, que también tienen alma y que tienen otra forma que no es exactamente la nuestra.


Imagínate la escena. De toda esa promesa, hay una cosa que María no entiende, y pregunta con naturalidad:
¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
A lo que le responde el mensajero:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

El Espíritu Santo viene a nosotros no en forma de semen o de niño, hay muchas cosas que quiere Dios de nosotros y para las que nos aporta su gracia, su ser, su fuerza. Unos vienen al mundo para guiar a otros bajo la condición de padres, otros bajo la condición de sacerdotes, otros bajo la condición de sabios, filósofos, profesionales de distintos ámbitos y ciencias.
Quiero suponer que la respuesta no sacó a María de su duda. Sin embargo, qué lección tan grande de confianza en Dios nos da ya desde sus primeras palabras en el Evangelio, cuando entiende que lo que le toca no es entender lo que Dios le está pidiendo, sino aceptarlo y quererlo:
He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra
Que tengas una buena semana. 
Un abrazo
Gabriel Ariza Rossy"

Gracias Gabriel Ariza por estos comentarios que a la vez dan pie a distintas reflexiones y en definitiva a ponernos a pensar.
 

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