Dice Cervantes en Don Quijote de la Mancha que: “La ingratitud es hija de la soberbia”.
Cervantes resalta la virtud de ser agradecidos, agradecer lo que se tiene y pensar qué tal sería la vida si no lo tuviésemos. Es importante reconocer que no ser grato es ser ingrato, no reconocer lo que otros han hecho o hacen por nosotros. Una persona no puede estar tan poseida de sí misma como para estimar que nadie es mejor que ella. Hay que justipreciarse, ni más ni menos, ni considerarse menos, ni considerarse de más, porque todos tienen cualidades y nunca una sola persona tiene en sí todas las cualidades. No reconocer esto es soberbia, siendo la soberbia enemiga de la humildad.
Los logros se obtienen de forma honesta y de forma transparente, cada cual debe llegar a dar cuenta de sus capacidades al máximo, de no ser así, no merece estas gracias. Ser ingrato es pues una forma de traición a sí mismo.