¿Qué hace un profesor en una clase numerosa donde se encuentra con dos o tres sobresalientes; con tres o cuatro torpes, inenseñables; con unos cuantos que, sometidos a apropiada disciplina, podrían ser notables; y con la gran turba multa de los medianos? ¿Hace caminar la clase al paso de los sobresalientes? Pues no enseñará nada a los demás. ¿La hace caminar al paso de los torpes? Pues defraudará, a sabiendas, a todos sus alumnos de los tesoros del saber.
«Cualquier persona con sentido común, recordará que la visión puede ser turbada de dos modos y por dos causas distintas, que son cuando uno pasa de la luz a la oscuridad o en el caso contrario cuando uno pasa de la oscuridad a la luz; y, si recordamos que esto ocurre igualmente con el alma, cuando veamos a una de ellas sumida en este tipo de turbación, incapaz de distinguir cualquier objeto, no nos echaremos a reír neciamente, antes al contrario nos preguntaremos si tal vez, falta de costumbre, no se hallará cegada debido a que llega de un lugar más luminoso o, por el contrario, surgiendo de una opaca ignorancia hacia la luz del conocimiento, puede que se encuentre cegada por una luminosidad inesperada para ella. En éste último caso, nos regocijaremos por su forma de vivir y de sentir; en el otro, lo lamentaremos con ella, y si se nos ocurre reír será más bien con una cierta indulgencia hacia aquella alma que ha descendido del dominio de la luz...» Platón - La Repú...