Hoy una amiga me dejó un mensaje y enseguida la llamé para acompañarla, sé bien lo que siente ahora, lo he sentido en varias ocasiones, nunca exactamente igual porque los seres son todos distintos y a cada cual se lo quiere de una forma, ni más ni menos, diferente. Curiosamente y como nada pasa por casualidad sino que todo es causalidad en mi correo tenía desde hace unos días una de las reflexiones de Luciano Pou Sabaté, otro amigo que habla un idioma parecido y que no puedo más que compartir sus palabras. Son un fragmento de su libro La pérdida de un ser querido, suma de experiencias, de vivencias, de conversaciones, de vida y de más VIDA.
Foto galería Pinterest.
Hola! Te comparto un video corto: https://youtu.be/jSwipqM8wQQ. También un texto con lo dicho en el video. Espero que te guste. Saludos!.
Estos
días una persona amiga ha perdido un ser querido, y querría decirle: “a
ti que lloras, porque has amado, has perdido a quien amas, y te duele…
El dolor de la pérdida
es el precio de haber amado. Nadie puede amar sin dolerse, y el dolor es
un proceso de curación, el duelo, retorno a una plenitud perdida… que
llorar porque se ama a una persona es terapéutico.
Recuerdo una fábula de unos gusanos que se preguntan si hay vida más
allá de ser gusano, y quedaron en que el primero que pasara por eso, si
vivía lo contaría a los demás. Siguieron comiendo hojas
sin darse cuenta de que uno de ellos se hizo crisálida, y pocos días
después salió convertido en mariposa, con ganas de contar a los demás su
transformación, pero no le fue posible, hablaba otro lenguaje y no le
entendían. Así que se dedicó a polinizar las
flores, y hacer posible que los gusanos pudieran comer las plantas y
vivir hasta convertirse en mariposas. Vio que esta era su misión. Cuando
se cambia de forma, se cambia de lenguaje. No vemos a los que están en
otra dimensión, y esto nos hace sufrir, pero
hay un modo de comunicación que expresa el amor. Ellos cumplen su misión
y crean las condiciones y la belleza para que nosotros podamos seguir
nuestro camino hacia donde están ellos. Y podemos intuir que así nos
hablan los seres queridos, con ese amor que se
expresa de mil modos. Esta es la comprensión profunda, que adquirimos a
través de esa intuición amorosa. Una comprensión de que cuando hemos
realizado la tarea para la que hemos venido a la tierra, podemos
concluir nuestro aprendizaje y marcharnos a seguir
haciendo nuestro camino más allá de lo que ahora conocemos, donde ya no
habrá llanto sino todo alegría, no habrá preocupaciones sino gozo, no
habrá injusticias sino que todo volverá a su sitio, no habrá temor pues
todo será amor. Regresaremos a nuestro hogar,
a la casa del Padre donde se nos prepara algo mejor.
El amor
es también medicina, como decía Tolstoi: “sólo las personas que son
capaces de amar intensamente pueden sufrir también un gran dolor, pero
esta misma necesidad de amar sirve para contrarrestar
su dolor y curarles”.
Nuestra
actitud mejor es confiar, dejarnos llevar por esa fuerza interior que
nos guía, la intuición que nos dice que todo fluye con el río de la
vida, que nos va llevando.
Cuando
estamos con alguien que ha perdido un ser que amaba, lo mejor es no
hablar mucho, sencillamente acompañarle. Dejar que llore, pues llorar da
paz, descansa y restablece el equilibrio, ablanda
y humaniza, y es un consuelo poder llorar con alguien, y nosotros
podemos acompañarles, llorar con los que lloran. Encontrar a alguien con
quien poder llorar es sanador. Y hacerle ver que esa persona está más
contenta si nosotros estamos bien. Cuando algo nos
cueste, hemos de pensar en nuestra misión: “he de hacerlo, por mí y por
él, por ella”. La resiliencia es esa capacidad que nos permite afrontar
los hechos de la vida, sabiendo que Dios nos ama y no permitirá nada
malo porque después de cada aprendizaje siempre
vendrá algo mejor, podemos vivir en esperanza de que el amor es más
fuerte que la muerte, no lo puede apagar nada, y la muerte no es más que
un paso para una Vida más plena.
Luciano Pou Sabaté
LUCIANO POU SABATE
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