El hombre es
él y sus circunstancias. El libre albedrío está limitado por la civilización y
la educación, las personalidades que nos rodean y que nos influyen... El hombre
es libre, pero con demasiados condicionantes. Pero en realidad vivimos condicionados, encarcelados por una gran multitud de condicionamientos.
La cárcel es
tanto la sociedad, como la mentalidad, como nuestro propio cuerpo.
El libre
albedrío es la verdadera libertad. Dios nos hace, nos crea libres.
La sociedad
y nuestros condicionantes, la gente que nos rodea y un sin fin de cosas coartan
el libre albedrío, pero el libre albedrío es una cualidad, no una condición.
El libre
albedrio no viene a ser una libertad "prisionera" de nuestras
creencias, consciencias colectivas o miedos, etc., no es una libertad condicionada, lo que está condicionado no es el libre albedrío que es lo que pone Dios en nosotros, es una condición que tenemos y que debemos desarrollar. Lo que está condicionada es la libertad del hombre porque está condicionado por muchos determinantes que recortan el ejercicio de esa libertad.
El hombre nace quam
tabula rasa, con la mente limpia, aunque el alma tiene recuerdos; y ,a medida que se hace al mundo se va
contaminando, va "perdiendo" inocencia, autenticidad, lo que
verdaderamente es se va condicionando al mundo en el que el alma está habitando
residente en el cuerpo que es su vehículo físico para moverse en este mundo que
conocemos conscientemente.
El libre albedrío es un
don y una tarea, una meta a conquistar.
Conforme el niño entra en el mundo, se adapta a la materialidad del umndo, su alma digamoslo así, va adaptándose a la nueva circunstancia que supone estar dentro de un cuerpo que se está integrando en un mundo en el que debe perfeccionarse, debe aprender de él y mejorarlo si puede. Debe trascenderse porque así se irá acercando a lo que en realidad es y/o debe ser. Su ser total, en plenitud, el último peldaño del camino de perfección que es la VIDA, la EXISTENCIA.
Según nos hacemos con este mundo, nos integramos en él vamos perdiendo la inocencia, ese in albis con el que nacemos; y se va contaminando nuestro ser, lo que ahora somos en este tiempo que nos ha tocado vivir. Ese vehículo que es el cuerpo para el alma, es el que va a determinar como movernos, va a estar condicionando ese libre albedrío que se ha de conquistar.
El hombre, mejor dicho, su SER, lo que verdaderamente es, está en un proceso de crecimiento experiencial acumulativo progresivo y constante. Hay que trascender esas experiencias
que pueden vivirse y asumirse como negativas en muchos casos, pero en todos los
casos nos hacen crecer, nos hacen conocer más. El conocimiento siempre tiene un precio, parece ser que como todo. El conocimiento es acumulativo y el alma lo recuerda, lo conserva, por más alzheimer que pueda tener una persona.
El conocimiento es algo que se
nos da para ponerlo al servicio de los demás, es como tenderle una mano al
resto con nuestra experiencia, con el conocimiento que hemos adquirido y que
nos ha sido dado. En USUFRUCTO. No para nosotros en propiedad, sino para
rentabilizarlo. Para difundirla, para participarlo, para hacer que otros lo aprovechen porque si no carecería de sentido.
En su evolución en hombre debe tener en cuenta diversas cuestiones, una de ellas es que la realidad es un concepto superior inalcanzable, la
realidad depende del ojo que la ve, la realidad objetiva es el puro concepto de
realidad, lo observado queda condicionado por el ojo que lo observa, es por sí,
pero su existencia realmente se la da nuestra percepción y percepciones hay
tantas como ojos que miran.